Esta noche hablaron en un programa de la Radio Galega de cómo eran agasajados por los Reyes los niños de la posguerra. Decía el Sr. Maneiro que, simplemente, no había tales Reyes ni regalos de ningún tipo, y que los niños tenían los juguetes que ellos mismos se confeccionaban, o les confeccionaban los mayores cuando aquellos eran muy pequeños. Yo corroboro lo dicho por el Sr Maneiro; si acaso, nos dejaban en el zapato un puñado de higos pasos.Avanzados los cincuenta, empezaron los Reyes tímidamente a dejar un silbato de hojalata, una flauta, una muñeca... pero generalmente se trataba de algo más práctico, como un pañuelo o unos calcetines. Nuestros primeros juguetes eran carros confeccionados con la raíz o bulbo del nabo, planta que se cultivaba para alimento de animales y personas, y unos palitos para el eje y la lanza o "cabezallo"; también, cuando se encontraba una lata oblonga de sardinas, se le hacía un agujerito en un extremo, se enhebraba y ataba una cuerda, y luego se arrastraba cargada de tierra o piedrecitas. Con dos palos se hacía el "palau" y la "billarda", con los que se jugaba entre dos o más jugadores. Y con la raíz del brezo se hacían bolas de poco más de 2 cm de diámetro para jugar a "o bugallo", y los más niños cogían unas bolas con picos de un árbol, se le recortaban los picos y se utilizaban para jugar a lo mismo.
El recuerdo que yo tengo de mis primeros juguetes "valiosos" son un carro de madera y una pelota de goma. El carro me lo hizo otro chico mayor; no era grande, pero estaba muy bien hecho y con todas las piezas que tenían los carros de vacas. La pelota me la compraron mis padres a fuerza de caerles pesado. No tendría 10 cm de diámetro, pero estaba encantado con ella. No me duró mucho: estando en un prado recién segado, la cogió uno de los segadores, le dió un patadón hacia arriba y se abrió, no sé si al caer en un tallo rígido o de la patada.
El primer dinero que yo me "gané" fueron 5 ptas, además del desayuno, que me dieron mis tíos por ir a llevarles antes de ir a la escuela unos palos de sauce que les regalaba mi padre, y ellos necesitaban para que el cestero les hiciese canastas. Entre nuestros pueblos hay unos 2 km. Cuando pasado algún tiempo le pregunté a mi madre por ese dinero, me contestó: Con eso te compré una camiseta de felpa, que te hacía falta, y aún tuve que poner yo 2 ptas. Y pensar que muchos mozos de hoy en día se ganan el sueldo y siguen viviendo gratis en casa de sus padres...
martes, 6 de enero de 2009
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